Leyendas
La Planchada
San Luis Potosí
El antiguo Hospital se encontraba entre los barrios de El Montecillo y de San Sebastián, cerca del costado sur del Templo de San José.
Cuentan que entró a formar parte del personal una enfermera llamada Eulalia, de buena presencia, quien desde el principio dio muestras de profesionalismo y diligencia; por lo tanto, se ganó la simpatía y el aprecio del personal médico y administrativo.
Eulalia repartía su tiempo entre su trabajo en el hospital y en atender a su familia, que consistía en su madre y dos hermanos menores. Llevaba una vida tranquila, sosegada y, al mismo tiempo, activa; nada perturbaba el horizonte de esta eficaz mujer.
Años después se inauguraba un flamante hospital con el nombre de Hospital Central Dr. Morones Prieto, y a este hospital pasó la mayor parte del personal del antiguo Hospital Civil; entre el que se encontraba Eulalia. A este mismo lugar llegó a hacer sus prácticas profesionales un doctor de nombre Joaquín, quien al poco tiempo de conocer a Eulalia la hizo su novia. Duraron un tiempo así y, como todo marchaba bien, Joaquín le propuso matrimonio a la inocente enfermera, ella aceptando. Sólo como condición el joven doctor le pidió que lo esperara seis meses porque tenía que tomar un curso de medicina en Monterrey.
Pasó el tiempo y, cuando estaba por cumplirse el lapso, Eulalia, con la ilusión de que pronto se casaría compró el vestido de novia, Al mismo tiempo, en el hospital hubo un baile y cuando le preguntaron a Eulalia si asistiría, ella dijo que no porque no estaba su novio Joaquín. Uno de los doctores le dijo que estaba equivocada, porque Joaquín se había marchado a Monterrey a casarse.
Tal noticia derrumbó a Eulalia, cambiándola por completo. Trataba de mala gana a los pacientes, no les daba sus medicinas y se dice que muchos murieron por sus negligencias. Transcurrió el tiempo y la enfermera, tras una penosa enfermedad. Murió en el mismo hospital donde trabajaba.
Se cuenta que desde entonces en este hospital se aparece una enfermera pulcramente vestida de blanco y que, de vez en cuando, atiende pacientes.
Una mañana, entró una de las nuevas enfermeras al cuarto de un paciente y lo saludó:
- ¿Cómo está? ¿Cómo pasó la noche?
- Bien, gracias a Dios y gracias también a la enfermera que pasó en la noche a inyectarme.
La enfermera muy extrañada le preguntó quién lo había inyectado, a lo que el paciente le contestó:
- Una enfermera vestida de largo, con su ropa bien almidonada.
Aun cuando la nueva enfermera sabía que no podía ser, nada dijo al paciente.
A la hora de comer, le comentó esto a una de las enfermeras que más tiempo llevaban trabajando en el hospital, quien le contó la historia de la enfermera Eulalia.
- Seguramente es “La Planchada”; le decimos así porque siempre anda muy almidonada, con la bata bien planchada, jamás se le arruga, ni se le ensucia. También se aparece en los pasillos y se introduce en los cuartos de los pacientes, varias de las enfermeras y de los doctores la hemos visto.
Hoy en día, en el Hospital Central ya se han acostumbrado a ver deambular por los pasillos, o saber que ha entrado en los cuartos de algunos pacientes, a una enfermera con su vestido largo blanco, impecable y almidonado. Incluso, nadie duda que alguna vez haya asistido como ayudante en las operaciones que los nuevos médicos practican en el quirófano, pues fue precisamente en la sala de operaciones en donde Eulalia empezó su trabajo de enfermería.
NOTA: Se dice que la Planchada es una leyenda del Distrito Federal, pero esto es mentira ya que los primeros registros vienen de San Luis Potosí, por lo que se sospecha de un plagio mal adaptado.